domingo, 30 de marzo de 2014

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El frío de la calle se asemeja al frío de mis lágrimas, está tan solo el paisaje como lo está mi mirada. Le hace falta tu presencia, no está cegada es solo que el lugar ha perdido atractivo; los colores del cielo parecen apagados, el viento ha cesado de silbar, ahora tan solo se dedica a llorar. En la lejanía de los bosques, se desprenden las hojas en plena primavera ¿no se supone que deberían los capullos renacer y las criaturas volar? Han perdido su sol y yo te perdí a ti.
Te has ido sin siquiera estar aquí, es más fuerte perderte siendo tú tan solo esperanza que carne y hueso, no puedo hablar de perderte después de tenerte porque no gocé del privilegio de ser tu más. Quizás si hubiesen sido ciertos mis sueños, mi corazón hubiera quedado lastimado pero con el recuerdo de tus caricias y tus besos, sin embargo hoy te veo y estás lejos, a lado de mi asiento. La esperanza fue menos que la duda y el temor y hoy te tengo infinitamente guardado para lo imposible.
Hoy mis lágrimas se tiñen de un supuesto que nunca confirmaré, pues el temor de tenerte y perderte venció a la probabilidad de gozar, no tan solo gozarte sino de gozarnos mutuamente. Es tarde, eso mismo creí ayer pero hoy se ha vuelto realidad y no solo una creencia, hoy sé que no hay vuelta atrás porque has avanzado a tantos pasos sin mí, que alguien alcanzó tu camino y llenó mi posible quizás. Ahora tan solo te miro sonriendo mientras las lágrimas
caen, me acompaña la duda y la sombra, quienes me convencieron de quedarme y aferrarme a mis huellas, es tan duro tenerte aquí a lado y saberte lejano, que no sé si yo misma me he perdido en el mar, si me he hundido en la arena por dejar de avanzar.

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