Tiento los cristales y están fríos, puedo atisbar el zumbido de sus adentros. Las lágrimas no vienen del fondo, caen del cielo y las adopta a pesar de ser ajenas. Aveces la tristeza y el dolor son semillas que caen de arriba y que enterramos en lo bajo, las ocultamos de las miradas quisquillosas, de las palabras entrometidas e hirientes. No dejamos que germinen, les impedimos que crezcan, que se desarrollen y como todo, si no sale se queda ahí, atascado y en las peores condiciones.
Lo más preocupante de todo, es que las personas que más las rechazan, son las que intentan aparentar mayor felicidad. Temen enfrentarse a sus temores, no pueden dar el salto y mirarse desde el otro lado del lago ¿Es acaso eso felicidad? No podemos guardar las semillas para siempre, porque incluso la tristeza y el dolor son bases para conocer la felicidad y el placer. El que se oculta tras la máscara de una alegría eterna e imperturbable, es porque guarda un gran temor en el fondo de su ser, en lo más bajo. Esa lucha interna por contener a la semilla, se vuelve un modo de vida que nos aleja de mundo externo y a la vez interno, pues únicamente nos preocupa una diminuta parte que se encuentra en nosotros y que ni siquiera es propia; nos olvidamos de lo que somos, de los nuestros y lo propio.
El ser está tan colmado de inseguridades, prejuicios, talentos y cualidades, la palabra complicado es simple en comparación con la realidad. ¿Qué tan reales somos? Es difícil saber el grado de realidad de todo lo que sentimos, las causas, los por qués. Todo cambia de un ser a otro, el entendimiento es tan difícil y ajeno a lo que sucede de manera exterior a cada uno, que en realidad somos sujetos que van a la deriva encerrados en su propio universo; he errado al decir que somos mundos, un mundo es uno y es poco, se termina como la vida misma pero nuestra complejidad va más allá de los límites de una atmósfera, somos universos llenos de estrellas y agujeros negros que nos hacen ser creadores y seres de destrucción. ¿Cómo pretender la felicidad si no sabemos nada que no venga de nosotros? ¿Cómo sentirse desolado, deprimido, si no conocemos nada de lo que hay fuera? Es una lucha entre una ignorancia infeliz contra una ignorancia llena de esperanza. La espera desesperada contra la espera esperanzada, ambas originadas en un mismo conocimiento, el ser seres que se acompañan en presencia de existencias egoístas y desconocidas, que vagan en un mundo que no conocen más allá de sus propios sentidos. Porque somos seres narcisistas a los que les cuesta ubicarse como uno en el millón, no podemos siquiera pretender ponernos en un sitio distinto, aprender a percibir como si fuéramos libres, porque no lo somos, aún no podemos serlo porque no sabemos vivir así, la libertad es enemiga de la ignorancia, del individualismo, porque ser libre no ser sólo tú es ser todos, ser capaz de vivir y sentir lo que todos y no como unos.
La lucha interna entre la tristeza y la felicidad es resultado de ese desconocimiento del otro, porque nos creemos el centro, nos han vendido una idea errónea de lo que el ser único es. No somos iguales, pero tampoco somos del todo diferentes, optaría más por decir que no somos diferentes pero tampoco somos del todo iguales, tenemos más similitudes que diferencias; porque todos sentimos a través de los sentidos y ninguno de nosotros goza de la libertad, ninguno. Nos han dicho que ser únicos nos hace totalmente inigualables, que si nos equivocamos, nadie se equivocará como nosotros, y si triunfamos, nadie lo hará como uno. Nos ha vuelto egoístas, prisioneros de nuestro propio ego, nos han arrebatado las posibilidades de ser libres.
Cuando la preocupación de que la semilla de la tristeza se haga pública descienda, será cuando entendamos que todos la cargamos, porque es parte de un exterior que desconocemos y nos empeñamos en mantener alejado, haciéndonos sentir que es algo nuestro y que se encuentra en lo más profundo de nuestro existir. Cuando entendamos que somos iguales pero diferentes, entenderemos que cargamos con los mismos problemas pero los atendemos de maneras diferentes, los percibimos de formas distintas e incluso a veces, podemos catalogar las situaciones en diversas variedades, descartándolos inclusive de la categoría de problemas.